martes, 25 de junio de 2013

[Relato] [FanFiction] [OUAT] [SwanQueen] Os quiero


Buenas lectores míos...

Os copio-pego directamente de la web en la que lo colgué originariamente un fanfiction que escribí hace no tanto... Perdonad que me dirija a un público tan específico como los espectadores de esta serie que tantísimo me gusta, pero es lo que hay :)

Nos leemos por aquí.

***

Aquí os dejo mi primer y penúltimo fanfiction SwanQueen, ya que no las shippeo (prefiero a Regina para mí). Espero que os guste como me gustó a mí escribirlo

Ninguna relación con OUAT, sin ánimo de lucro ni blablablá, blablablá...

Parte I/II


Emma entró a la habitación. Se quitó el pijama y se miró al espejo. Su reflejo le devolvió la sonrisa: aquel era el día. Se terminó de desnudar y abrió el grifo, que al cabo de unos segundos empezó a crear una nube de vapor que envolvía el pequeño baño del apartamento. Antes de meterse en la ducha, recordó que se había dejado la muda en la otra habitación, y como no le gustaba pasearse mojada por su casa decidió salir ahora, aprovechando que el apartamento estaba vacío, pues Regina había ido a dejar a Henry a clase. Se equivocaba, nada más volver a la habitación alguien la derribó encima de la cama:

-Princesa, ¿a dónde crees que vas así sin ropa y sin avisar?

Regina lucía como siempre su inmaculada camisa pero sin la chaqueta, se ve que la habría colgado nada más llegar a la casa. El carmín de sus labios impregnó el cuello de Emma al tiempo que esta intentaba responder racionalmente.

-¿Tú no estabas dejando a nuestro hijo en...?-la boca de Regina había ascendido, sellando sus labios antes de que terminase la frase.

-A Henry le lleva Hooper que nos lo hemos encontrado en el portal, en cuanto a ti... todavía no me has respondido, ¿qué hacías paseando sin ropa?

-Cada día tengo más claro que podría pasar en tus brazos el resto de mi vida, princesa-decía Regina mientras se acurrucaba aún más en el regazo de Emma-no entiendo por qué no me dejas.

-No te dejo porque tenemos algo que hacer-la susurraba al oído- y porque has dejado el grifo de la ducha abierto, ¡vamos para allá!

-Incansable, eres incansable.

-Así me suelen llamar.

Media hora después, ya estaban vestidas ultimando las últimas cosas. Regina no terminaba de ver claro lo que iban a hacer, pero sabía que era necesario si querían acabar con todo ello de una vez por todas. Aún así, tenía miedo. No lo tuvo cuando entró en el mundo de la delincuencia, no tuvo miedo cuando adoptaron a lo que más quería de este mundo. Pero esta vez un miedo irracional se apoderaba de ella cada vez que pensaba en lo que iban a hacer, a pesar de haberlo estudiado durante días y días. Ultimaron las últimas cosas y se disponían a salir cuando...

-¡Emma, espera! Dame dos minutos.

Emma observaba intrigada como cogía una cuartilla del escritorio junto a un bolígrafo, escribía algo y lo guardaba en la cómoda. Al volver Regina respondió a la pregunta que Emma tenía en mente: "Luego te lo explico". Se dieron un beso y abrieron la puerta.

Salieron de la casa con los bultos que ya habían preparado de antemano. En una bolsa Emma llevaba el pasamontañas y los dos revólveres. A su derecha Regina mecía una bolsa con cuerdas, su uniforme, la peluca, cinta aislante y un cuchillo. Ya habían robado muchas veces, pero con este pretendían realizar su primer (y último) secuestro. Con lo que sacasen del rescate reunirían suficiente dinero para irse a vivir a Miami, donde ya tenían preparadas unas identidades falsas y dos puestos como voluntarias en un hospital de allí. Pretendían empezar una nueva vida, lejos de aquel mundo de delincuencia en el que se encontraban.

Habían estudiado los pasos de su víctima durante las últimas semanas y se sabían en plan a la perfección. Nada podría fallar, o eso creían. Se separaron en el portal del edificio, caminando cada una en una dirección y sin mirar atrás. Había comenzado.

-Buenos días, me marcho ya.

-¡¿Tan pronto?! ¿Qué hora es?

-Las siete menos diez. ¿Te veo inquieta, te pasa algo?

-No sé... tengo un mal presentimiento. Podrías no ir a la reunión, por mí. Sabes que no necesitamos más dinero

-No necesito nada teniéndote-la repetía acariciándola la frente- pero sabes que me tengo que ir. Sigue durmiendo. Te quiero

-Lo sé, te amo, sal ya pero llámame cuando termines-dijo cerrando los ojos definitivamente.

-A las 13 te estaré llamando, te quiero.

Aquel hombre que paseaba en su flamante Cadillac por las calles más lujosas del centro de la ciudad no podía dejar de pensar en lo que le había dicho su mujer horas atrás. La había visto despertarse asustada, feliz, enfadada y hasta con ganas de jugar... Pero nunca la había visto de esa manera. Estaba preocupada por un mal presentimiento. Y eso le tuvo en vilo durante todo el trayecto y parte de la reunión. No se la pudo quitar de la cabeza. Cómo la quería

Sabía que ella era valiente, había pasado un año en la cárcel por un delito que no cometió y se enamoró precisamente de él. Casi se atrevía a decir que no le importaba ni su status, ni su dinero, ni su mansión. Solo le quería a él, como tantas veces se lo había demostrado. Se sentía el hombre más afortunado del mundo, no por su éxito en la tienda, ni siquiera por que con sus años ya tenía la vida resuelta. Se sentía afortunado por ella.

La reunión terminó exitosamente, con una promesa de expansión exponencial del negocio si ambas partes cumplían el trato. Él no se fiaba mucho de esos "brokers" que hacían dinero con la caída de las empresas, pero contratae un buffet de experimentados economistas era otra historia. Además, el director parecía formal. En estos pensamientos se encontraba mientras seguía a la secretaria del director hasta la puerta de salida. No volvían por donde habían venido, pero no le extrañaba que esas casas enormes tuviesen distintos caminos, así que se dedicó a disfrutar de las exquisitas obras de arte que adornaban los largos pasillos.

Al llegar a lo que parecía ser la puerta, la rubia secretaria le invitó a salir, despidiéndole con una sonrisa mientras le sujetaba la puerta. Al pisar la calle se dio cuenta que esa salida no correspondía a la carretera en la que su chófer le esperaría, si no más bien era la opuesta a la que deberían haber tomado, una calle nada transitada en la que solo se veía un coche negro arrancado. En esa fracción de segundo se dio cuenta de lo evidente, demasiado tarde. Antes de perder el conocimiento se giró a tiempo de ver como la secretaria sacaba de una bolsa que había dejado al lado de la puerta unas cuerdas. Después todo se oscureció.

Ya lo había hecho. Regina se quitó la peluca rubia que había estado ese último mes. "Ya no tienes secretaria, jefe". Cargó con el peso del multimillonario hasta la furgoneta, donde le terminó de atar en el maletero. Ya estaba hecho. Se subió al automóvil, cerró la puerta y se encaminó hacia el lugar convenido.

El reloj marcó las tres. Tenía que haber vuelto hacía tres horas, y ni siquiera había avisado de que se retrasaría. Ella sabía que nunca haría eso salvo por un motivo mucho mayor. Ya habría recorrido el parque interior de la mansión cuatro veces cuando sonó el teléfono. Un número oculto que no tuvo que esperar ni dos tonos, pues al primero respondió:

-¿Sí, diga?

-No haga ningún gesto extraño o acabaremos con la vida de su marido. Por ahora se encuentra vivo, pero la situación cambiará como sospechemos lo más mínimo que ha involucrado a la policía. ¿Está claro? Diga sí o no.

-Sí.

Nada más cortarse la llamada ella buscó en su agenda de contactos el número privado de su marido. "No puede ser verdad", se decía al tiempo que escuchaba los tonos de llamada. Él nunca dejaría de responder una llamada a ese teléfono, nunca se separaba de él. Tras un minuto eterno, ella cayó al suelo abatida al escuchar ese mensaje que siempre bromeaba con que no iba a escuchar nunca...

Este es el buzón de voz del gerente de Antiquariate Enterprises, puesto actualmente ocupado por Mr. Gold. Deje su mensaje después de la señal.

viernes, 7 de junio de 2013

Restructuración

Buenaas! Si estás leyendo esto es porque no he terminado los cambios en los blogs!!

Si lo ves algo lioso, entra en mi blog No More Kid Stuff (encontrarás un enlace a la derecha de esta página)

Nos leemos!

martes, 28 de mayo de 2013

[Relato] [FanFiction] Secreto de 2 III: Desequilibrio

No os entretengo, aquí os dejo la tercera entrega de Secreto de dos...

El título es temporal, acepto ideas jejeje



Desequilibrio


Todo empezó a temblar, y Henry supo que algo no iba bien. Algo que salió expulsado de lo más profundo de él tiñó la esfera de magia con un tono azabache que no auguraba nada bueno. Culpa. Arrepentimiento. Cuando quiso volverse atrás le pasó como la primera vez, estaba paralizado. Así que decidió tranquilizarse una vez más y dejar que todo pasase. Ruby también había notado el cambio, pero ella sí que se preocupó. El instinto que llevaba controlando tantos años se estaba desatando una vez más, y notaba que perdería el control sobre sí misma de un momento a otro. Entonces pensó en él, en Henry, y en lo que podía pasar si no podía controlarse estando él tan cerca. 

-CORRE-pensó con todas sus fuerzas, proyectando de alguna manera ese pensamiento hacia el chico. Henry lo oyó y sabía que no podía moverse, era inútil, ya lo había intentado otras veces. Además, sabía que de un momento a otro llegaría el aislamiento sensorial y entonces no podría percibir ni su propio cuerpo, ¿cómo iba a correr?

Ruby se encontraba al límite de sus fuerzas. Su lobo interior no le daba tregua, intentando hacerse con el control de su voluntad. Estaba hambriento y podía oler perfectamente la carne fresca a apenas unos metros. Ruby no entendía por qué Henry no se movía ni un centímetro, y cuando estaba a punto de sucumbir al Lobo, hizo acopio de las fuerzas que le quedaban y las disparó hacia el chico, saliendo este despedido de la esfera mágica. Entonces la burbuja se rompió, liberando así el humo negro que contenía. La magia, esa clase de magia tan pura mezclada con un sentimiento tan humano como el arrepentimiento...

Era el fin. 

El aire de Storybrooke empezó a oscurecerse junto a las almas de todos sus habitantes. La luna dejó de reflejarse en los charcos, un viento sin origen soplaba en todas las direcciones. Storybrooke enfermó en el acto, y esta enfermedad la percibieron todos los seres que se encontraban en su territorio. Pesadillas terroríficas invadieron los sueños de los habitantes de Storybrooke, pesadillas que solo unos pocos recordarían al día siguiente. Las aves echaron a volar en mitad de la madrugada para alejarse de ese lugar.

Mas Henry no se dio cuenta, porque apenas recuperó el conocimiento se encontró enfrente de un lobo hambriento y dispuesto a atacar de un momento a otro. Echó a correr. Bien sabía que nada podía hacer contra la velocidad de esa bestia, pero fue más bien un acto reflejo, mientras esperaba que unas garras le derribasen desde atrás. Se equivocaba. Aceleró y aceleró y cuando se quiso dar cuenta apenas percibía los árboles, que iba dejando atrás a una velocidad endiablada. No entendía porque no le alcanzaba el lobo, a pesar de que lo sentía a escasos metros de él. Miró hacia abajo y se encontró prácticamente flotando, avanzando a una velocidad que rozaba lo imposible y sin apenas ver sus piernas. Aún así, el lobo estaba acortando distancia.

Ruby se encontraba en una telaraña que la tenía atrapada, no podía mover ni un músculo. Esa red viscosa se adentraba en ella transfiriéndole lo que estaba haciendo con su cuerpo el lobo. No era ella quien lo controlaba, de hecho, ella solo podía observar la cacería como si se tratase del cine. Ella sabía que lo que controlaba a la bestia era esa magia que había percibido, distinta. La chica notaba que solo era compartía una pequeña parte de su ser con el lobo, la correspondiente con sus funciones vitales, pero no se le ocurría como aquello podría ayudar a Henry, que se acercaba peligrosamente. Cuando apenas se encontraba a tres metros del chico, lo vió:

Henry Mills, aquel con el que había compartido tantas veces esa magia ahora estaba envuelto de ella. Una nube prácticamente transparente le empujaba a continuar, pero no lo suficiente rápido. Ruby había escuchado leyendas que le había contado su abuela en las que se teorizaba con qué ocurriría si un humano mezclase su alma con Su Magia, las teorías más optimistas hablaban del exterminio de todo ser vivo... 

Henry huía. Al cabo de los segundos pudo hacer balance de la situación. Se encontraba alcanzando una velocidad increíble a treinta centímetros del suelo sin llegar a tocarlo, envuelto en algo que lo hacía avanzar, pero no sabía catalogar de bueno o malo. "Si no llega a ser porque un lobo hambriento intenta devorarme esto molaría", pensó. Es curioso cómo reacciona la mente humana ante una situación extrema. En ese caso, Henry  se rió de su ocurrencia.

Ruby escuchaba risas, no sabía de dónde. Unas carcajadas que ya había oído tantas veces que le fue muy fácil identificar.
-¿Henry?
Henry escuchó que sus pensamientos le llamaban, estaba volviéndose loco, así que no perdía nada por responderles.
-Aquí estoy, ¿con quién hablo?
-Henry, soy Ruby
Ninguno había movido la boca, no emitían sonido alguno. Simplemente, se pensaban.
-¿Ruby?
-La misma
-Ah... Genial, ¿me haría el favor de dejar de intentar devorarme?-Henry no entendía de dónde había sacado ese humor, sería por el hecho de que era su mente y no él la que estaba hablando-. Es algo incómodo, ¿sabes?
-Qué gracioso, yo que te perseguía porque pensaba que te gustaba.
La absurdez de conversación que mantenían era debida a que eran sus subconscientes, y no ellos, los que formulaban las preguntas.
-¿Qué has hecho Henry?
-No lo sé. Llevaba haciéndolo muchos meses sin que... Bueno, supongo que tú te diste cuenta desde el principio, ¿no?
-Sí, pero nunca había pasado algo así. ¿Qué ha cambiado?
-No ha cambiado nada, solo traigo lo que llevo puesto y un enfado que no te imaginas. ¿Puede hacer algo un enfado?
Vaya que si podía. Un enfado era algo muy simple pero al mismo tiempo muy poderoso, muy humano. Esa clase de cosas que nunca habría que mezclar con Esa Magia.

Entonces Ruby lo entendió. El lobo trataba de destruir a el que había sentenciado el mundo en el que vivían, acabando así con el desequilibrio formado. Simplemente era eso, tan sencillo, su muerte. Pero ella, en un mundo en que todos los habitantes de su pueblo habían conseguido encontrar la felicidad a su manera hacía apenas unas semanas, veía incomprensible que ese que corría para salvar su vida pudiese  ser la razón por la que todo terminase.

Henry sintió EXACTAMENTE lo que estaba pensando Ruby. Él siempre había querido ser un héroe, pero eso no implicaba que tuviese que morir. No tan pronto. Al fin y al cabo sería un héroe, pero solo tenía trece años. Nadie le podía reprochar lo que hizo. Apretó el paso y alcanzó el límite del territorio de Storybrooke, donde pensaba que estaría libre, pero se equivocaba. Una pared invisible le hizo rebotar, internándole en el bosque de nuevo. Storybrooke sabía muy bien que estaba condenado, y gastaba sus últimas fuerzas en que esa infección no se extendiese al exterior. 

Ruby intentaba pensar con claridad, en vano.


La persecución se prolongó hasta el punto que Henry no sabía si habían pasado horas o segundos. Sabía que algo pasaría de un momento a otro, la balanza de decantaría por alguno de los dos lados.

Ruby llegó a la conclusión que no sería capaz de acabar con ese chico sin reprochárselo durante toda su vida, pero también comprendía que eso era exactamente lo que debía pasar, por el bien de todos. Al tiempo que reflexionaba sentía cómo las lágrimas caían por sus mejillas, lágrimas intangibles como toda ella. Lloraba porque lo había comprendido, y le gustaría no haberlo hecho. Entonces algo cambió.

Henry intentaba ignorarlo, pero sabía que le estaba empezando a fallar aquello que le impulsaba, y eso implicaba que el lobo se le acercase cada vez más. Entonces Red pensó sobre lo necesaria que era su muerte para el resto del mundo y Henry se preguntó por qué. Y cómo si hubiese enviado un mensaje directo al cerebro de Ruby, este le respondió con una historia...

No podía ser verdad, otra vez no. Ya tenía suficiente con haber muerto una vez hacía tiempo por culpa de su madre al intentar envenenar a su otra madre. Le parecía realmente injusto que ahora tuviese que morir por culpa de su madre biológica. Y aunque al principio insistió en negarse, al fin dudó, y esa duda fue suficiente para liberarse de la magia Oscura que había aprovechado su oportunidad y había utilizado a Henry. Al notar que se desvinculaba de la burbuja, se tranquilizó, lo había logrado, pero su alegría solo duró un segundo, pues al ver dónde estaba se dio cuenta que era demasiado tarde. Se había librado de la burbuja en el momento en que esta entraba por el único lugar que Storybrooke no había podido defender.

Ruby entendió demasiado tarde como debilitar al lobo. Si hubiese dejado de respirar tres segundos antes habría dado tiempo a frenar a la bestia, tres segundos antes habrían sido suficientes para que aminorase la velocidad y le diese tiempo a frenar. Pero cuando la rabia nos ciega, no hay nada que hacer, como tampoco tuvo oportunidad de evitar saltar al pozo, tras una Magia que podría acabar con todo, y acompañando a un niño que sin quererlo se estaba adentrando en un mundo de aventuras y amor, pero también muerte y destrucción


Al tiempo que el pueblo moría gastaba su último halito cerrando el único portal que quedaba abierto. Y entonces Storybrooke dejó de existir

miércoles, 10 de abril de 2013

[Relato] [FanFiction] Culpa (Secreto de 2 II)


Ese día Henry se había despertado inquieto. No sabía por qué, pero algo pasaba. Su familia había salido dos días de Storybrooke para solucionar una cosilla y hoy regresaban a la hora de cenar. Le habían dejado a cargo de todo y el estaba demostrando lo responsable que era. Desayunó como siempre en La Abuelita, llegó a clase tres minutos antes de que comenzase, se sentó en su pupitre y sacó los libros. Este prometía ser otro lunes fantásticamente aburrido. No entendía por qué tenía que seguir yendo a clase, sus abuelos eran reyes por un lado y brujo superpoderoso por otro. Si no llega a ser por el nunca se habrían acordado de quiénes eran y habrían sido atrapados por la maldición, y en agradecimiento, ¿qué hacían? Le condenaban a madrugar día sí día también para ir a la escuela. Era injusto. En estos pensamientos se encontraba mientras las horas pasaban. De vez en cuando anotaba algo en el cuaderno para que pareciese que estaba prestando atención a la última clase. Unos minutos antes de que sonase el timbre, de repente Henry saltó de la silla y exclamó:
-¡¡La bañera!!
Acto seguido salió disparado de clase dejando a la profesora con la palabra en la boca y temiendo el estropicio que encontraría. Ya entendía por qué se sentía inquieto. El día anterior por la noche había decidido darse un baño y encendió el grifo. Después se entretuvo con su libro y se le olvidó por completo. El baño estaba arriba y el estaba durmiendo abajo en la cama de sus abuelos, así que no se le ocurrió volver a subir.
Que no sea grave, que no sea grave, que no sea grave... Se decía mientras abría a una velocidad endemoniada la puerta. Cerró de un portazo. Subió las escaleras de tres en tres y empujó la puerta del baño esperando encontrarse con todo el estropicio...
Nada. Las toallas perfectamente dobladas, el grifo completamente cerrado, el suelo seco. Hizo memoria y, efectivamente, había dejado el grifo de la bañera abierto dos minutos antes de combatir al puñetero dragón que había raptado a su libro... En el sueño. Henry comprendió que los sueños, sueños son, y que ese gran despiste fuese solo un sueño le había salvado la vida. Entonces analizó la situación: había salido de clase como un rayo para ir a cerrar el grifo que había abierto en un sueño. no sabía si reír, llorar, o sentirse culpable por no distinguir la realidad, aunque finalmente su subconsciente se decantó por lo primero. Empezó a reír a carcajadas, rió y rió como llevaba tiempo sin hacerlo. Y tanto reír cansa, y el chico había estado hasta muy tarde con el libro anoche, por lo que empezaba a acumularse un sueño que le estaba amodorrando peligrosamente. Entonces al intentar incorporarse, de un resbalón acabó dentro de la bañera, donde siguió riendo como si no hubiera mañana, y rió hasta que el sueño le venció. Y 6 horas después entraba por la puerta su madre, que lo que menos se esperaba era ver a su hijo despanzurrado en la bañera durmiendo plácidamente con el dedo pulgar en la boca. Bien es cierto que tras ocho horas de viaje nadie tiene un humor espléndido, y menos cuando llegas a tu casa y te encuentras la puerta abierta de par en par y el sobre donde estaba el dinero de la compra del mes desaparecido. Esa fue probablemente la principal causa de su reacción:
-HENRY, SAL AHORA MISMO DE AHÍ!-gritaba Emma mientras le asestaba un pescozón.
Henry se incorporó alarmado y desorientado, sin saber muy bien quién gritaba tanto y por qué lo hacía.
-HENRY, ESPABILA, ¡y dime dónde está!
-¿Dónde está qué, mamá? -decía Henry, que empezaba a situarse un poco.
-NO ME HACE NINGUNA GRACIA HENRY, ¡¡DÓNDE ESTÁ EL MALDITO SOBRE DEL DINERO!!-ladró Emma.
-Pues donde siempre, yo no lo he tocado mam...
-¡¿ME ESTÁS LLAMANDO TONTA?! Llego a mí casa, me encuentro la puerta abierta y faltan $300, Henry, no se supone que podíamos confiar en ti?
Henry estaba asustado, su madre nunca se había puesto así con él. Pero también estaba enfadado, MUY enfadado porque su madre dudaba de su palabra, cuando él era el primero que no la había mentido nunca, pues bien sabía el daño que hacen las mentiras. No comprendía que su madre venía destrozada del viaje, y que se había peleado con sus padres por una tontería, y estaba muy dolida. Pero Emma no comprendía que estaba ofendiendo a su hijo, y que el dinero lo había guardado Mary Margaret al salir en el cajón para que no quedase a la vista. Y la puerta no estaba abierta porque sí, sino porque la profesora de Henry había avisado a Ruby por el extraño comportamiento de Henry (pues era a ella a quien debía llamar si ocurría algo), y esta había ido al apartamento a ver que pasaba con la copia de las llaves que tenía. Al abrir recibió una llamada urgente y se dejó la puerta abierta, puerta que el viento terminó de abrir de par en par.

Y en una nube de mentiras y malentendidos su madre le había puesto la mano encima. Era solo un pescozón, lo sabía, pero le había dolido como si le hubiese pegado un flechazo en la cabeza. Su madre le había dado y él no había hecho nada, salvo quizá quedarse dormido en la bañera. Y su madre gritaba cada vez más y él dejó de escuchar mientras los ojos se le inundaban. Una bola negra y oscura golpeaba su estómago a medida que crecía y crecía. El abría y cerraba los puños mientras las primeras lágrimas le salpicaban la cara. A medida que pasaba el tiempo esa bola se hacía más grande, y aunque él contenía la respiración y apretaba aún más los puños para intentar pararlo, de repente salió disparada hacia su boca obligándole a gritar:
-¡¡CÁLLATE YA!!
Según lo dijo se arrepintió. Sabía que no debía comportarse así, y sabía que había gritado a su madre, nunca lo había hecho. Y le dolió aún más que en vez de seguir chillándole, o darle otro pescozón (lo habría preferido mil veces) se quedó callada. En apenas una fracción de segundo una corriente de nuevos sentimientos les rodeaba. Y no eran buenos precisamente. Eran sentimientos falsos que en verdad ninguno de los dos sentían, sentimientos que se habían apoderado de ellos fruto del cansancio y de la discusión anterior. Sentimientos que ambos sabían que no debían tener, haciendo aflorar otros sentimientos. Culpa. Y todo ello formó un muro entre ellos. Una pared de humo, pero al fin y al cabo un muro. Y como si les hubieran apaleado los dos empezaron a sentir un dolor indescriptible que recorría todo su cuerpo, cada uno a su manera. Y así se quedaron, Emma apoyada en la puerta, Henry tumbado en la cama, llorando como nunca antes lo habían hecho. El destino es caprichoso, y aunque los dos estaban a punto de girarse al unísono y abrazarse, justo Mary Margaret entró con las maletas exclamando:
-Por cierto Emma, coge dinero del sobre que guardé en el segundo cajón del armarito y vete a por unas hamburguesas, que hay hambre y es tard...¿Emma, estás bien? ¿Le ha pasado algo a Henry?


Entonces Henry escuchó, y descubrió el paradero del sobre, y gritó de rabia, saltando de la cama y escapándose por la puerta ante la atenta mirada de una Mary Margaret Sorprendida y un David cargado de bolsas. David comprendió que algo no marchaba bien. Aunque era el que menos lo mostraba sentía un afecto especial por aquel niño, su nieto, el que le había reunido con su familia, y que formaba parte de ella. Así que sin pensárselo dos veces soltó todos los bultos y salió corriendo detrás de él. Pero pudo más la rabia de Henry, y cuando David le tenía a un palmo el chico cruzó la carretera un segundo antes de hacerlo un camión, dejando a su abuelo al otro lado del arcén. Aprovechó ese instante para perderse en el bosque, donde siendo de noche sabía que nunca le encontrarían. Siguió corriendo un rato más hasta que perdió el sonido de al ciudad, oyendo solo el susurrar de los árboles, entonces empezó a caminar más tranquilamente. Él quería entender por qué se había sentido así, sabía que AMABA a su madre y no lo dudaba ni un momento a lo largo de su vida, y aún así se sentía tremendamente culpable por haberla gritado, y peor aún, por haberla herido de esa manera. Entonces se echó a llorar. Lloró en silencio, pues aunque nadie le iba a escuchar no se sentía con fuerzas para gritar. Lloró solo, y eso es una de las peores cosas que le puede pasar a alguien que llora por amor, aunque sea hacia una madre. Y lloró desconsoladamente, fruto de los acontecimientos, fruto de sus hormonas, quién sabe. Lloró y lloró hasta que solo sollozó y se volvió a incorporar. Refrescaba y aunque se sabía el camino de regreso de memoria, quería ir un poco más allá. Llegó a un claro, donde miró al cielo y vio algo que le sorprendió. Luna llena. Inconscientemente pulsó un botón de su reloj, dónde se iluminó la hora: las 2:30 am. Sabía que había estado llorando, pero no se imaginaba que lo hubiese estado haciendo casi cuatro horas. Entonces decidió quedarse allí, a esperar a su "cita". Tal y como se encontraba ese momento lo que más necesitaba era olvidar, y olvidar era fácil cuando te envolvía la magia. Así fue como un Henry arrepentido y destrozado por dentro que deseaba olvidar durante unos instantes, esperó una vez más a la magia.
***
La clase de magia que envolvía a un Hijo de la luna cada plenilunio era la más poderosa que jamás existiría, creadora de todo. Esta tomaba innumerables formas y se exponía en contadas ocasiones. Solo lo hacía frente a almas puras. Era cuestión de seguridad: no se podía mezclar lo más poderoso, la base de todo, con cualquier cosa que pudiese desestabilizarlo, creando un caos de inimaginables dimensiones. No existía nada tan puro en ese mundo como el alma de un Hijo de la luna. Salvo, claro está, el alma de un niño. ¿Pero qué pasaría si ese alma albergase una semilla de culpa, o de arrepentimiento? Nunca había ocurrido, y más le valía a todos los seres rezar para que nunca ocurriese, pues esa conexión nos afectaría a todos y cada uno de nosotros.

martes, 9 de abril de 2013

[Relato] [FanFiction] Secreto de dos

Buenas, esta vez tenéis que perdonadme por hacer un post tan especializado. Pero es que escribí un fanfic (una historia relacionada con una serie o película) de Once Upon a Time. Y ya que lo hago, pues lo publico no?

Que la magia os envuelva algún día.

Secreto de dos

Ella le estaba esperando. Sabía que él creía que no le había descubierto, y prefería que el chico siguiese pensando así. En el fondo llevaba más tiempo del que nadie podría imaginar deseando compartir AQUELLO con alguien, y ahora que podía hacerlo le daba igual que ese alguien pensase que no le estaba viendo, a ella le bastaba con compartirlo. Como veía que él se retrasaba, se sentó a esperar.

****


Era la noche. El despertador no llegó a sonar, y a veinte segundos de las tres de la mañana Henry apagó el despertador para que no le delatase. Se debería estar muriendo de sueño por la hora que era, pero no era así. Sabía que no había tiempo que perder. Se quitó el pijama y en un silencio ritual lo dobló cuidadosamente. Acto seguido se puso un pantalón corto y encima unos vaqueros. Se abrochó una camisa que tenía preparada debajo de la cama. Se puso las botas y se las abrochó. Sabía que en un mundo con magia toda precaución es poca, así que dedicaba infinito cuidado a cada uno de sus movimientos para no hacer el más mínimo ruido. Ya vestido, cogió su mochila y se acercó cuidadosamente a la puerta, que abrió de aquella forma que solo el sabía para no hacer ruido. Antes de cerrar recordó algo, así que volvió en sus pasos para coger su bufanda. Cerró y salió a la calle.

Ya afuera, respiró profundamente. El rumor del viento despertaba una faceta del pueblo que el chico había empezado a conocer seis meses atrás, cuando descubrió AQUELLO que una vez al mes le impedía dormir... Henry se encontró a sí mismo perdido en sus pensamientos, y como sabía que no tenía tiempo, se echó a correr. Mientras avanzaba, presionó un botón del reloj que le había regalado su padre. Este se iluminó, mostrando la hora: 3.24 . Tenía que darse prisa o no llegaría.

Ya en el bosque avanzaba con lentitud. Sabía que el viento al darle de cara le cubría, pero cada paso que daba hacía crujir el manto de ramas que cubrían el suelo. Si quería presenciarlo una vez más, tendría que tener sumo cuidado, pues cualquier mínimo error haría que fuese descubierto.

Por fin, la vio. Allí estaba, y aunque temía llegar tarde, suspiró al observar que justo en ese momento comenzaba. Se acercó unos pasos más, quedando a apenas tres metros del lugar donde ella lanzó la capa. Se recostó, se quitó la bufanda, la chaqueta y la camisa, pues sabía que no las necesitaría, y se descalzó. Se quitó los vaqueros y dobló todo una vez más. Guardó todo en la mochila y la usó de alfombra para no mancharse al arrodillarse, y esperó. Sabía que apenas quedaban unos instantes, que aprovechó para coger todo el aire que pudo, y lo expulsó con fuerza. Y así, solo con unos pantalones cortos en un bosque de una ciudad encantada a -8°C era como Henry esperó a la magia.

Un instante después empezó. Ruby, que llevaba meditando unos minutos, se levantó súbitamente y saltó, transformándose en unas décimas de segundo. Y allí se quedó, levitando durante un instante, al tiempo que una esfera invisible de magia la rodeaba. Henry sabía que AQUELLO llegaría de un momento a otro, y cerró los ojos. De repente, la esfera se expandió unos cinco metros y Henry quedo sumergido en ella. Entonces comenzó.

La temperatura ambiente había aumentado más de treinta y cinco grados, y Henry recordó un instante lo que le pasó la primera vez, lo que sufrió cuando asistió a AQUELLO por primera vez con tres capas de ropa puestas. Aquella vez intentó liberarse, arrancarse la ropa para aliviar un poco el calor que le estaba matando. No le sirvió de nada, pues no pudo mover ni un ápice su cuerpo. Esta vez, ya preparado, no se esforzó en moverse pues sabía que sería inútil, como la primera vez. Sumergido en aquella burbuja, la temperatura que era igual a la temperatura corporal del lobo, recordaba a un verano de Storybrooke en el que las temperaturas habían aumentado tanto que no parecía Maine, si no más bien un clima tropical.

Esa sensación de quemazón fugaz paso a la segunda fase, el aislamiento sensorial. De repente Henry dejó de sentir el calor... y todo lo demás. Donde instantes antes se encontraba el bosque no había más que nada. El viento que minutos antes anunciaba el frío desapareció. Dejó de oler al bosque. No se sentía a sí mismo siquiera, y en ese instante siempre dudaba de su existencia. Lo único que le hacía pensar que era real era precisamente eso, su pensamiento. Al tener anulados todos los sentidos, el único contacto que tenía consigo mismo era el pensamiento y la memoria, y eso hacía que recordara perfectamente donde estaba. El chico siempre se había preguntado si este aislamiento total le agradaba o por el contrario lo odiaba, porque el hecho de no poder sentir era inquietante... pero increíble. Este instante era posiblemente el más breve, pero al no existir ningún otro estímulo era el único en el que podía pensar con lucidez, pensar lo que estaba pasando.

Y aún así, y estando preparado lo que se avecinaba, la siguiente fase fulminó su conciencia como un rayo. La magia, en toda su pureza, se expandió del centro mismo de la esfera hacia todos sus puntos, acertando a Henry en todas y cada una de las partes de su cuerpo. Esta clase de magia era única. Iba más allá de la magia negra y la magia blanca, más allá de la ciencia y de la magia o cualquiera de sus formas existentes en cualquier mundo. Esa clase de magia que estaba allí, era la única magia pura de todos los rincones del infinito. Esa magia no requería un precio, no tenía un fin. No podía ser manipulada, usada para encantamientos. No podía ser controlada. En definitiva, era libre. Y la magia libre poseía una fuerza inmensurable, solamente comparable con la fuerza del amor verdadero. La diferencia residía en que el amor verdadero es humano y por tanto las sensaciones que pueda provocar siempre quedaban limitadas con las sensaciones que pudiese soportar una persona.

Y Henry, cerca de cumplir 14 años, sin conocer siquiera a su amor verdadero, experimentó una fuerza mil veces superior al amor, la magia libre, una sensación que durante cientos de miles de años había sido reservada para Los Hijos de la Luna. Su cuerpo, humano, recibió una vez más el poder de la magia libre. Cada una de sus terminaciones nerviosas quedaron en shock al no ser capaces de soportarlo, pero aun así la magia le atacaba sin parar. Henry, consciente de que el 100% de su cerebro estaba ocupado tratando de captar todas esas sensaciones, solo se podía dejar llevar.

Tiempo después lo trataría de describir de mil formas distintas. Era como un beso de su madre, era como si sintiese el amor de todos los seres del mundo volcado en su pequeño cuerpo; sentía el amor que se tenían sus abuelos, sus padres. Era como si cientos de plumas del ave más majestuosa recorrieran su piel. Como si por un momento el lo fuera todo. El sol, las estrellas, el universo. Como si fuese la luna. Todas esas sensaciones eran lo que recordaba, pero era una milésima parte de lo que en verdad sentía, era la parte humana de lo que sentía. Su cerebro, saturado por la magia, le llevaba más allá. Su mente salía de su cuerpo, se disparó por encima del bosque, de la ciudad, del mundo. Se desplazó por encima de todo. Llegó a otros tiempos, a otros lugares, estaba en todos los sitios en todos los momentos. Alcanzó otras dimensiones, en las que cada domingo millones de familias rodeaban al televisor para disfrutar de ¿su historia? Se vio en pantalla, vio todo lo que le sucedía, y fue más allá. Presenció la aparición de la magia, presenció la aparición del mundo. Entonces su mente empezó a retroceder vertiginosamente hasta llegar a Storybrooke, al bosque, al encuentro de su cuerpo. Al volver a unirse todo él estalló, y fue amor. Amor hacia su padre, hacia su madre, hacia Storybrooke. Amor hacia su mundo, y hacia el resto de ellos. Hacia otras dimensiones, hacia otros universos. Y por encima de todo amor hacia ella, la que una vez más le permitió sentir AQUELLO. Esa clase de amor que está por encima del amor paternal, encima del amor verdadero. Era amor de agradecimiento, por decirlo de alguna manera. Finalmente, y tan súbitamente como había llegado, todo se esfumó, y el cuerpo semidesnudo de Henry quedó tendido en el suelo. expuesto a la intemperie. Lo último que percibió fue un aullido, que le reconfortó como si de una nana se tratase...


Su madre le despertó con un beso. Henry abrió los ojos y lo primero que vio fue la cara de su madre, que le sonreía a diez centímetros de su rostro. Le mandó a duchar, y este se levantó, con el pijama puesto. Según avanzaba por la habitación se frotaba los ojos intentando despertarse. Entonces vio la mochila vacía apoyada en la cama, y sus botas, en el lugar donde estaban el día anterior. Se duchó y se vistió: se puso la chaqueta, el pantalón y se calzó. Ya de camino a clase, cruzaron por la cafetería de La Abuelita, y Henry negó con la cabeza. Diez metros más adelante, una voz les paró a sus espaldas.

-¡Eh, Henry, creo que esto es tuyo!-gritaba Ruby desde la entrada a la terraza.

Henry se acercó corriendo, sonriendo, y tomó su bufanda de las manos de la chica.
Lo firma JPoker98

[Reflexión] [Relato] (uno de los 365) DÍA(s) DEL PADRE

Buenas a todos. Os debía un post y no veía mejor manera de recuperarlo. En un día como hoy, 19 de marzo, las grandes empresas se frotan las manos pensando en lo mucho que van a ganar con el amor hacia nuestros padres. Miles de objetos: papeles de regalo, ceniceros de arcilla, dibujos pseudoretratos familiares, marcapáginas, portavasos, yates (de estos últimos cada vez menos...); encuentran en hoy su día. Así que yo hago mi propuesta. Celebremos cada 19 de marzo el día de la empresa y de los portavasos. Quiero decir, ¿de verdad a estas alturas hay alguien que piensa que los padres del mundo se merecen un día de celebración? Yo creo que no. Es decir, con lo que nos soportan: que si no les dejamos dormir de recién nacidos, que si tienen que estar atentos cuando damos nuestros primeros pasos, que si al hospital corriendo porque el nene o la nena se ha caído. Que si papá quiero ir a Disney, que si quiero ir a Faunia, que si no quiero ir al médico, que si la verdura no me gusta. Que si papá déjame dinero para comprarme algo. Que papá, con toda mi ilusión te regalo por quincuagésima vez un cenicero con mi huella, que si toma dibujo que no entiendo ni yo...
Qué queréis que os diga, un padre no se merece un día de celebración. Se merece seis o siete vidas completas de celebración. Que solo aportando 23 cromosomas (en algunos casos ni siquiera eso) han conseguido hacer de nosotros humanos hechos y derechos. Que con las veces que les contestamos mal, que no les dejamos trabajar, con los gastos que conllevamos... Sinceramente, no se me ocurre cosa más estresante. Así que allá vosotros, pero si necesitáis que sea 19 de marzo para acercaros a vuestro padre y abrazarle como si no hubiera mañana, ir a mirároslo. Yo creo que no debería ser el día del padre, sino la vida del padre. El padre, ese ser que nos da la vida, de comer, casa. Pero también nos da valores, principios, nos hacen ser quienes somos. Así que si eres hijo, no esperes a que sea el día del padre para hacerle saber lo que se le quiere a ese humano que tanto nos quiere. Y si eres padre, gracias. Gracias por soportar a tu hij@, gracias por formar parte de uno de los proyectos más importantes de este mundo: la vida de una persona.

A continuación os dejo unos súper-ultra-mini párrafos que explican de alguna manera lo que no se puede explicar.

Y así quiero concluir con una reflexión. Yo no soy perfecto ni mucho menos, pero dicen que lo humano se encuentra en la imperfección. Toda mi imperfección se la debo a dos personas. Mis padres. Gracias mamá. Gracias papá.
Os quiero
Jose



Se alquila padre
Informamos a todos los humanos del mundo que alquilamos a nuestro padre. No hay quien le soporte. No se puede ser mejor persona. Su mera existencia hace que no podamos vivir sin él. Como no entendemos como se puede querer tanto a alguien, queremos saber si somos los únicos a los que nos pasa algo así.
A cambio no aceptaríamos ni todo el oro del mundo, ni siquiera la pokédex nacional completa. De hecho me imagino lo que habréis babeado el teclado pensando en que podríais disfrutar de un padre como el mío. Lo siento, solo existe un "Mejor Padre del Mundo, y OS ASEGURO que es de nuestra propiedad.

El juicio
Señor juez, vengo a denunciar a mi padre y su lista interminable de delitos. Nos AGREDE a besos si ve que nos pasa algo. Por más tristes que estemos, ASESINA nuestra tristeza. Es ladrón confeso, el ha ROBADO nuestras mejores sonrisas. SECUESTRA nuestra ignorancia, FORZÁNDONOS a aprender más cada día. TRAFICA con nuestros sentimientos, pues sabe que no podemos vivir sin un TE QUIERO. Dígame, señor juez, ¿no es motivo suficiente para meterle en prisión?

Carta al 'Más allá'
Estimado 'Más allá'. Les escribo desde el 'Más Acá', o en su defecto el 'Menos Allá' para consultaros una duda. Quisiera saber cuantos siglos de condena eterna me esperan. Si la respuesta es que ninguno, me gustaría saber que clase de enchufe tengo por ahí arriba. ¿Le caigo a alguien tan bien como para estas cosas? Si la respuesta sigue siendo negativa, agradecería saber que fui en mis otras vidas. Barajo entre seis premios Nobel de la Paz (seguidos), o Dios. Algo excesivamente bueno tendría que ser para que me toque el padre que me ha tocado, ¿no?
Atte.
Jose

ESTADÍSTICA

En un día nacen 259200 niños. Eso significa que 259200 vidas han nacido. 259200 partos han sucedido. Por cesárea, naturales, qué más da. 259200 de las fecundaciones que se han llevado a cabo hoy acabarán convirtiéndose en personitas. Bien por amor, por logros científicos, o por otros procesos. Lo que es claro es que está sucediendo continuamente. Más de 500000 personas se enfrentan al reto de ser padres, por pareja o independientemente. Pues bien, si coges cualquiera de esos 500000 humanos y lo metes en una centrifugadora, observarás un fenómeno increíble. Más de el 90% de ese humano es amor verdadero, esa clase de amor que solo se siente unas pocas veces en la vida, y en un nacimiento es una de esas veces. Eso sí, tras el experimento vuelve a dejar al sujeto donde estaba, pues si hay un sentimiento que supere al de amor hacia un hijo es el de amor hacia un padre.


Mensaje del ejército
Es el día del padre. Preparen sus cargamentos, cárguense de cariño y disparen a bocajarro hacia sus progenitores. Fuego a discreción, esta guerra ha comenzado y no volverá a repetirse hasta el año que viene, así que aprovechen la oportunidad.


En lo que has leído esto han nacido más de 550 niños en el mundo; lo que nos lleva a saber que más de 550 personas pasan a ser "el padre" de alguien. Felicidades a todos esos "el padre" de alguien.

[Reflexión] Érase una conciencia

Sé que os debo un par de post, dadme tiempo y me pongo al día. Hoy os dejo un ensayo que tenía a medio acabar... No sé si pensáis como yo.

¿Qué es la conciencia? La conciencia es como un alvéolo pulmonar: no se ve, pero se necesita para vivir. Bien es cierto que no tener una vocecita que te esté corrigiendo continuamente puede parecer hasta cómodo; pero si esto se generalizase todavía estaríamos luchando con palos y piedras para conseguir algo de fuego.
La conciencia nos ayuda a evolucionar, eso está claro. Pero también es un arma de doble filo, lo que la hace aún más peligrosa. La conciencia es la que nos define, y a la vez en ciertos casos la más voluble. Está mal no tener conciencia, aunque eso implique tener futuro en la carrera de político, ser villano de Marvel o sobrevivir a un Apocalipsis zombie.

Siempre queda bien un párrafo filosófico de introducción. Ahora hablemos claro. La conciencia se tiene o no se tiene. Si no se tiene, malo, ve a que te lo miren. Y si se tiene, en algunos casos peor, porque nunca se puede agradar a la conciencia de uno mismo. Siempre está sacando las cosas de contexto. Y yo no la respondo, porque luego dicen no sé qué de que hablo solo, no sé cuántos de esquizofrenia... La conciencia saca lo peor y lo mejor de uno mismo.

Yo, supongo que como todo el mundo, he tenido períodos en los que la mala conciencia no me dejaba dormir. Por suerte o por desgracia siempre acabo haciéndola caso, así que nos llevamos más o menos bien. Bien es cierto que aunque como sensación no aporta mucho anímicamente tener la conciencia tranquila, sí que es cierto que te deja un espacio vacío para poder llenarlo con otras cosas. Y eso no se puede desperdiciar.

Y ahora concluyo con otro párrafo de esos filosóficos que solo sirven para confundir...

La conciencia, en definitiva, es como un saco de ladrillos: puedes apilarlos formando un muro que te impida avanzar, tirártelos por encima por masoquismo o construir una escalera que te lleve aún más alto. (Augh!, qué profundo!).

A ver si con un poco de suerte vuestra conciencia os impide no dejar un comentario, o difundir mi blog ;)

Un virtual pero intenso saludo a conciencia
Jose